Fue un placer atenderle
En mi profesión se dan muchas batallas a diario. Algunas con las agencias reguladoras, otras con los planes médicos, pero las más importantes son con los pacientes. Cada batalla es única y requiere distintas estrategias. Unas de las experiencias más satisfactorias es guiar a un paciente durante las mismas y salir airoso, logrando así, darlo de alta del servicio.
El dar de alta a paciente no es tarea fácil. Usualmente requiere mucho tiempo y esfuerzo para manejar las altas y bajas del tratamiento. Es conocer las preocupaciones mas profundas de una persona y en ocasiones de su familia. Hay pacientes que están meses y años en tratamiento. Se crean lazos estrechos. Como psiquiatra me preocupo de mis pacientes. Estoy pendiente a su progreso, si se toman sus medicinas, si duermen y se alimentan bien.
Aún recuerdo el inicio del tratamiento de un joven adolescente. La mirada incómoda de quien llega a hablar con un desconocido. Sus padres angustiados por los cambios en su conducta. “Él no es así”, “ha cambiado mucho”, “parece que siempre está molesto”. Mientras en joven me decía: “ellos no me entienden”, “para qué hablarlo”. Tras evaluar sus necesidades se recomienda dosis baja de medicina ya que sus síntomas son intensos e interfieren con sus actividades del diario vivir.
A medida que el tratamiento sigue su curso se genera confianza. Comienza a fluir la información. Se confirman síntomas y situaciones usuales en la adolescencia. Un ser humano buscando su identidad, con múltiples preguntas existenciales. ¿Quien soy, porque estoy aquí, hacia donde voy?
El tiempo sigue su curso. Vemos cambios positivos en él. Somos testigo de su adaptación a un nuevo ambiente escolar, mejoría en notas, nuevas amistades y mejor relación con sus padres. Estos, quienes son parte activa del proceso, participando en terapia familiar, haciendo sus cambios correspondientes.
El tratamiento continúa. El joven pudo manejar varias situaciones durante los meses. Logramos remisión de síntomas y era momento de comenzar el proceso de planificación de alta. Se habla de descontinuar la medicina. Los padres y a mi nos preocupa el riesgo a recaída, que es alto en estos trastornos. Al final de día doy la recomendación de descontinuarla. Para nuestra tranquilidad todo continúa estable después de varios meses.
Ahora al último paso. Planificar el alta. No puedo negar que es un momento de emociones encontradas. Por un lado la satisfacción de haber ayudado a una persona manejar sus emociones y situaciones hasta el punto de que es funcional en su día a día. Uno confía que la persona pueda manejar las situaciones que se enfrentará en la vida. En la última cita se hace un resumen del proceso de tratamiento. Se discuten los retos que se puede enfrentar en el camino. El joven y sus padres expresan positivismo hacia el futuro por todo lo aprendido en el proceso. Se les recuerda que me pueden contactar en el caso que necesiten de mi ayuda en el futuro. Me dicen: “Gracias doctor” a lo que contesto: “fue un placer atenderle”