Logo - Site Icon - 2

Ubicación

Torre San Pablo,
68 Cll Santa Cruz Suite 605,
Bayamón, 00961

Teléfono

(787) 796-0420

Email

misaludmentalpr@gmail.com

¿Debo ser pana de mis hijos?

Una de las preguntas más frecuentes que recibo como psiquiatra de niños y adolescentes —y como papá— es esta:

“¿Debería ser el pana de mis hijos?”
Y mi respuesta casi siempre empieza con otra pregunta:
¿A qué tipo de pana te refieres?

A través de los años he sido testigo de múltiples intentos fallidos de ser panas, mejores amigos y/o “besties” de nuestros hijos e hijas.

La intención suele ser buena: los padres y madres deseamos cercanía y confianza. Que nuestros hijos e hijas nos vean como alguien accesible. Pero aquí va una verdad incómoda: los hijos no necesitan un mejor amigo, para eso está Pedrito, Laura, Gabriela y el resto del corillo. Nuestros hijos e hijas necesitan un adulto estable.

Comparto 5 fundamentos importantes por las cuales no soy pana de mis hijos:

1. Los hijos necesitan padres, no pares

Los niños y adolescentes requieren guía, estructura y responsabilidad, no solo compañía. Un mejor amigo puede ofrecer apoyo emocional y complicidad; un padre ofrece dirección, límites y seguridad. Intentar ser ambos suele hacer que uno de estos roles falle.

2. Ser “pana” debilita tu autoridad

Si te enfocas en ser querido o en evitar el conflicto —como hacen muchos amigos— se vuelve difícil establecer límites o decir “no”. Los hijos, tarde o temprano, dejan de tomar en serio tu liderazgo si perciben que necesitas tu aprobación más que ellos la tuya.

3. Confunde los roles emocionales

Hay padres que terminan desahogándose con sus hijos, contándoles sus problemas como si fueran adultos. El resultado: cargas emocionales que no les corresponden. Los hijos necesitan saber que tú eres su sostén, no que tienen que sostenerte a ti.

4. Les impide aprender a tolerar la frustración

Parte de crecer es lidiar con límites, errores y decepciones. Si como padre estás todo el tiempo evitando que tu hijo/hija se frustre, o actúas como su igual para mantener la paz, le estás quitando oportunidades de desarrollar habilidades esenciales como negociar, tolerar la espera o afrontar un “no”.

5. Pierdes influencia cuando más te necesita

La adolescencia trae consigo deseo de autonomía, rebeldía y riesgos. Si tu identidad se basa en ser “el pana”, te será más difícil poner freno cuando sea necesario. No puedes permitir que tu voz pierda peso cuando tengas que intervenir en temas como el uso de pantallas, amistades cuestionables o situaciones de riesgo.


Personalmente, no me considero pana de mis hijos. Menos en estas edades. La adolescencia es una etapa donde toman decisiones importantes, mientras su corteza frontal —la parte del cerebro que regula impulsos— aún está en desarrollo.

Mi rol ha sido más bien el de consultor, guía y adulto responsable. En mi casa, yo pongo las reglas, y establezco las recompensas y consecuencias. No siempre me resulta fácil esta tarea, pero estoy claro de que como padre sigo siendo responsable de sus vidas mientras sean menores de edad.


No confundas cercanía con permisividad. No necesitas ser su mejor amigo. Sé su adulto confiable, su dirección, su roca. Eso es lo que más necesitan. Ellos probablemente van a tardar muchos años (usualmente hasta los 20 y pico) para darse cuenta del valor y agradecer nuestras intervenciones.


Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *