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Mal información y estigma como reto en la salud mental

Mal información y estigma como reto en la salud mental

El otro día vi un video en “Youtube”. Al comienzo hablaban sobre el movimiento de justicia social e igualdad. Sigo haciendo mis cosas mientras escucho el video, entonces alguien dice; “Queremos controlarlos con una maldita pastilla”; es la oración que capta mi atención, me pregunto “¿Qué pasó aquí?”. Esa oración me trae recuerdos de muchas batallas a través de los años, intentando combatir el estigma relacionado a mi trabajo como psiquiatra de niños, adolescentes y adultos. Llego a la conclusión que el comentario tiene que ver con medicinas de salud mental ya que nunca he escuchado ese comentario hablando de antibióticos, analgésicos o alguna otra medicina. 

            En el video hablan sobre los maestros, estudiantes, pacientes, padres y muchas otras cosas. En mi opinión muchos de sus comentarios tienen que ver con la necesidad de reformar el sistema educativo y mejorar el acceso a los servicios de salud mental. 

            Hemos avanzado mucho en crear conciencia sobre la importancia de cuidar nuestra salud mental. Cada vez hay mas apertura a hablar sobre ellas. Pero, a pesar de eso, aún nos topamos con los mismos retos que impiden que algunas personas busquen la ayuda que necesitan. Sé que mi profesión no es fácil de entender, aún hay muchos aspectos desconocidos sobre el origen y las dinámicas que causan las condiciones de salud mental. Y ni hablar de lo que se dice de algunas de las medicinas que receto, las cuales se vinculan con palabras como bobo, vicio y “zombie”.  

            En algún momento hablaron sobre medicinas que usualmente se recetan para el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH). El TDAH es real, lo trabajo con mis pacientes y sus familiares a diario. Se estima que el 5% de los niños y adolescentes padecen de esta condición, aun no tenemos claro cuantos adultos la padecemos. Algo que he observado es que sus rasgos nos acompañan a través de la vida. El TDAH se caracteriza por síntomas de hiperactividad, inatención e impulsividad que causan disfunción en al menos dos áreas de la vida del paciente. La condición usualmente se vincula con problemas académicos, pero también vemos como algunos pacientes tienen dificultad en el área social y familiar.

            A pesar de que existe la percepción que la incidencia de la TDAH está en aumento, al momento los datos permanecen estables. Sí, hay más educación y conocimiento sobre la condición. El resultado de esto es que las personas están más conscientes de ella. El TDAH debe ser evaluada y tratada por profesionales de la salud. Al evaluar el paciente hay que tomar en consideración el historial de desarrollo social y escolar, entre otros. Usualmente se recomiendan evaluaciones psicológicas, psiquiátricas y médicas. Una vez culmina la evaluación se recomienda un tratamiento adecuado. 

            No todo paciente tiene que ser medicado. Hay procesos de psicoterapia, cambios en el ambiente, estructura en casa, en la escuela y acomodos razonables que pueden ayudar. Siempre debemos descartar otras condiciones como problemas de aprendizaje.  Y si el paciente tiene que ser medicado; un gran porcentaje que se medica, lo descontinúan en algún momento durante su desarrollo.

            Las medicinas tienen sus riesgos como cualquier otro tratamiento, los que hay que tomar en consideración y discutir con los padres, antes de tomar la decisión de comenzarlos. Lo más común es dolor abdominal, dolor de cabeza, pérdida de apetito. En muchos pacientes se ve una reducción en niveles de actividad. Para los padres, este aspecto, en ocasiones es difícil de aceptar, pero es necesario para que puedan prestar atención en la escuela, jugar con sus compañeros o compartir con los familiares. En lo personal no quiero que el paciente pierda su esencia, solo que pueda regular mejor sus síntomas.

            Las consecuencias del TDAH pueden ser serias. Las personas que tienen la condición y no son identificadas y/o tratadas, tienen un mayor riesgo de desarrollar problemas de uso de sustancias, tener problemas académicos, inestabilidad laboral, problemas de pareja y problemas interpersonales. En niños de edad escolar puede afectar su autoestima, su capacidad de interactuar con otros niños, se frustran al no poder completar tareas o que los regañen con frecuencia. En adolescentes se puede observar mucha comorbilidad con ansiedad, depresión y hasta problemas de conducta. 

            Algunos pacientes son referidos por la escuela. Pero eso también pasa con otras condiciones como depresión y ansiedad. La mayoría de los pacientes llegan por preocupaciones de sus padres, quienes están pendientes de sus hijos, haciendo malabares balanceando sus responsabilidades. En otras ocasiones llegan referidos de maestros y maestras que tienen interés por ayudar al paciente. Maestros y maestras que envían referidos, comunicados y aceptan recomendación para ayudar a que el paciente tenga un buen desempeño académico, regule sus emociones y conducta, a pesar de lo limitado de sus recursos en la escuela. Como todo en la vida hay sus excepciones, pero sería irresponsable de mi parte generalizar y decir que ningún maestro quiere ayudar a sus estudiantes, que ningún padre está pendiente a sus hijos o que todos los pacientes están mal medicados. Creo que eso sería mal informar a las personas y una gran injusticia. 

            La mal información puede tener un efecto negativo para los pacientes. Puede fomentar el estigma. Estigma es cuando alguien te ve en una forma negativa porque tienes una característica distintiva o rasgo personal que se piensa que es una desventaja, que tiene algo mal. Lamentablemente esto es algo que experimentan con frecuencia las personas que padecen de algún trastorno de salud mental. Esto puede tener efectos negativos en las personas ya que el estigma pueden ser público (sociedad) o auto infligido (persona). 

            En el estigma público se pueden crear estereotipos tales como que los pacientes de salud mental son peligrosos, prejuicios donde se está de acuerdo con esas creencias o se generan reacciones emocionales negativas como miedo, las cuales pueden llevar al discrimen, que es la respuesta conductual al prejuicio (evitar las personas, no dar trabajos u oportunidades). Lo más triste de esto es que este estigma público no tan solo se ve en personas con vasto desconocimiento del tema, también se puede ver en profesionales.

            Imaginen ahora como puede reaccionar alguien que padece de alguna de estas condiciones dentro del marco de este estigma público. ¿Quién se atreve a hablar? ¿A quien no le tambalea el autoestima? Esto puede hacer que las personas que padecen estas condiciones estén de acuerdo con esos estigmas, prejuicios y discrimen. Que no busquen ayuda, trabajo o tratamiento. Que se sumerjan en sus síntomas y retrasen su recuperación. Esto representa un gran reto. Más en estos tiempos donde todos estamos sintiendo los efectos de la pandemia, su aislamiento social e incertidumbre generalizada.

            Septiembre es el mes internacional para la prevención del suicidio. Es un gran momento para derrumbar barreras, desmentir estigmas y fomentar la salud mental. Busca la ayuda que necesitas. Tu salud mental importa y siempre es buen momento para comenzar a cuidarla. 

            Toda persona tiene derecho a su opinión, pero hay opiniones infundadas las cuales pueden tener consecuencias negativas para quien la escucha. En esta época, la tecnología permite que cualquier persona comparta información errónea sobre cualquier tema.  Escuche la opinión que desee, pero no crea todo lo que escuche.

Autor: Dr. Mario R. González Torres MD, Psiquiatra de niños, adolescentes y adultos

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